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EL DIA QUE VÍ A MADONNA: 08/14/06
EL DIA QUE VÍ A MADONNA
  CAPÍTULO X: PESADILLA ANTES DE NAVIDAD




12 de Diciembre de 2001



Hoy tengo una noticia triste que contar, Miss Peters ha muerto. No sé como me siento, en realidad tampoco la conocía mucho, y sin embargo estoy muy triste. Tengo esa sensación que se tiene cuando se va al funeral del padre de un amigo o de un familiar con el que no tienes una relación estrecha. Te sientes triste, incluso tienes ganas de llorar, estas como contagiada por el ambiente. Sin embargo una vez te vas de allí, ese sentimiento se esfuma porque sabes que el muerto no era nadie realmente importante en tu vida.
Ni Otto ni yo hemos tenido relación con ella como para que su muerte nos afecte realmente, pero te queda ese vacío de saber que jamás volverás a verla, que ya nunca vas a descubrir sus secretos, que el miércoles al pagarle el alquiler ya no será ella quien lo recoja. De hecho no sabemos quien lo va a recoger, de momento nadie de su familia a pasado por aquí. Cuando llegamos, vimos como metían la camilla en la ambulancia. Al parecer nuestro compañero de “mansión” la había encontrado tirada en el baño, con un fuerte golpe en la cabeza, seguramente producido al chocar contra la bañera, esa típica bañera inglesa situada en medio del baño apoyada en sus cuatro patas. Allí se fue la vida de Tatiana, y ahora no sabemos que pasará con nosotros, no sabemos que pasará con esta casa y eso fue realmente lo que me hizo explotar.
Mientras estaba en el rellano, viendo como se llevaban el cuerpo de Tatiana, exploté, no pude mas, y mis lágrimas brotaron sin consuelo, esto es lo que nos faltaba, si a lo de antes lo llamaba caos ahora ya no se que adjetivo ponerle. Noto que mi vecino de casa me mira fijamente, debe pensar que a Tatiana y a mí nos unía una relación muy estrecha e intenta tranquilizarme, entonces dejo de llorar y me río, me parece una situación surrealista, esto no puede pasarme a mí, y me parto de risa, Otto se contagia y allí estamos los dos, muertos de risa viendo como se aleja la ambulancia. Ha sido un día muy difícil, otro mas.







14 de diciembre de 2001

Han pasado dos días desde la muerte de Tatiana y hoy por primera vez desde que vivimos aquí ha venido su familia, ¡a buenas horas! A las nueve de la noche hemos oído la puerta de la entrada y a unas niñas que entraban riendo y corriendo por el pasillo, Otto ha abierto la puerta y en ese momento una mujer de unos cuarenta años, elegantemente vestida y muy estirada, nos ha dicho que nos esperaba en la cocina. A los cinco minutos Otto y yo estábamos allí, junto con nuestro compañero de casa, la mujer, un hombre y dos niñas de unos doce años, gemelas, con coletas y unos repelentes vestidos.
La mujer comenzó a hablar, y nos explicó que ella era la hija de Miss Peters (sí, dijo Miss Peters, no Tatiana), y que después de su muerte ella era la propietaria de la casa. Continuó diciendo que ella y su marido habían decidido irse a vivir allí y que por tanto nosotros debíamos de irnos lo más rápidamente posible. Mas o menos entendí todo lo que iba contando y mi corazón se iba acelerando cada vez más. Otto le preguntó que cuando debíamos dejar la habitación, su respuesta nos dejo helados, ella celebraría aquí la nochebuena, con lo cual nuestro último día sería el veintitrés de diciembre. No había más que decir, la mujer no aceptaba ningún tipo de explicación y las cosas se pusieron muy feas cuando nuestro compañero de casa se puso a gritarle y la llamó de todo. En ese momento ellos se fueron diciendo:
- veintitrés de diciembre, “last day”-

16 de Diciembre de 2001





Hoy es lunes, a Zoe y a mí solo nos queda una semana para encontrar apartamento según el ultimátum de la hija de Tatiana. Afortunadamente con las pagas extras de navidad más las dos semanas de depósito que habíamos dejado a Tatiana, nos llegará para pagar la fianza de un apartamento, si lo encontramos, claro.
Esta mañana me decidí a comprar el Loot y llamé para concertar algunas citas con los apartamentos que me interesaban. Seleccioné dos, el que mas llamó mi atención fue uno en Kensington, como no, 165 libras a la semana. Llamé desde una de las salas de conferencias de Morgan Stanley la cual, se ha convertido en mi escondite, me he agenciado una silla y una mesa y las he colocado entre dos columnas a modo de escritorio, desde la puerta principal no pueden verme, y yo desde ahí tengo una vista perfecta por si viene alguien.
Me contestó un hombre, que después de estar un buen rato hablando con él en Ingles, resultó que era gallego. Me quito de la cabeza que con mi sueldo y el de Zoe buscásemos algo mas caro de 150 libras (por semana), ya que según el, era lo máximo que podíamos pagar sin correr el riesgo de quedarnos tirados. También me dio muchos ánimos, me dijo que mi inglés era bueno, que ya no debería estar trabajando de limpiador y sí de ayudante de ingeniero o algo similar. Me sugirió que echase el currículum en las “head hunters” que son algo así como empresas de trabajo temporal, aunque la traducción literal sea cazatalentos. De momento aún no he encontrado ninguna.
Al siguiente número que llamé fue a un apartamento en “Custom House”, 600 libras al mes, completamente amueblado. No podemos ir a verlo hasta el sábado por la mañana, así que nos lo jugamos todo a esa carta.

21 de Diciembre de 2001

Hoy hemos ido a “Custom House”, está muy cerca de “Canary Warf”, a tan solo tres paradas en metro yendo en la línea “Doclands”. Es una zona al este de Londres que no se parece nada a Kensigton, es mas bien un barrio obrero con cuatro tiendas contadas, una ferretería, un supermercado, un “fish and chips”y un local de “minicabs”. Muy cerca de aquí está el City Airport, un aeropuerto pequeñito que principalmente se usa para vuelos privados. Justo en frente de la parada de metro se encuentra el pabellón de Exposiones y Congresos, EXCELL, algo así como el Recinto Ferial Juan Carlos I de Madrid. Lamentablemente se encuentra una parada fuera de la zona dos, que es hasta donde sirve el billete de metro que Zoe y yo solemos comprar. Esta vez nos libramos del revisor.
Cuando llegamos, nos esperaba Sadam, un hombre argelino de unos cuarenta y pico años. Nos llevó hasta un apartamento situado en un edificio de ladrillo rojo de tres plantas. El apartamento me pareció tan estupendo, que cuando vi que estaba ocupado por unos chicos franceses, por un momento tuve la sensación que íbamos a tener que compartirlo con ellos. Pero no, Sadam me explico que estaban haciendo las maletas para irse el día veintitrés. Decidimos que nos lo quedábamos inmediatamente. En cuanto bajamos a la calle Sadam nos dijo que nos metiésemos en su coche, eso nos extraño. Dijo que nos iba a llevar a su casa para que firmásemos allí el contrato. Desconfiamos. Desde que llegamos a Londres, la verdad es que desconfiamos de todo. Todo nos parece sospechoso. Nos sentimos tan vulnerables que el más mínimo gesto ya sea de amabilidad o de antipatía es interpretado por nosotros como un posible engaño. De todas maneras es comprensible que no nos hiciese gracia meternos en un coche con una persona que no conocíamos de nada y que nos iba a llevar a su casa, que no sabíamos donde podía estar ni a quien podíamos encontrarnos allí. Aún así accedimos, nos subimos al coche y nos dirigimos a su casa al ritmo de una música árabe que salía del radiocasete. No habíamos recorrido mucho cuando el coche se detuvo frente a una casa. Nos bajamos y le seguimos hasta la entrada, se descalzo y nos dijo que hiciésemos lo mismo. Entramos en su casa descalzos, una situación bastante extraña, al entrar vimos como uno niño y una niña corrían hacia él para darle un abrazo de bienvenida, eran sus hijos. Su mujer apenas se levantó para saludarnos, estaba incrustada en el sofá del salón con una barriga que anunciaba que un tercer hijo estaba en camino. Nos escrutó de arriba abajo y le tendió a Sadam los papeles con las condiciones del contrato. Le dijo algo que yo fui incapaz de entender por su marcado acento polaco e inmediatamente Sadam nos dijo que nos sentásemos y leyésemos el contrato. Al mismo tiempo él nos lo iba explicando todo. Por supuesto leímos todas y cada una de las palabras de aquel contrato, no una, sino dos veces, ante la desesperación e impaciencia de su mujer. Finalmente después de ver que no había nada raro y de que Zoe le hiciese unas preguntas para terminar de concretarlo todo, firmamos el contrato. En cuanto dejamos el bolígrafo, la mujer le hizo un gesto para que nos acompañase a la puerta, no tenia cara de que le gustase mucho tener invitados. De todas formas Zoe y yo no teníamos pensado quedarnos ni un minuto más. Estábamos ansiosos por salir de allí y al fin poder gritar que ya teníamos nuestro apartamento.















 
EL DÍA QUE VÍ A MADONNA, ES EL DIARÍO DE DOS JÓVENES INCONFORMISTAS, CANSADOS DE UNA VIDA DONDE YA TODO PARECÍA ESTAR ESCRITO. ES LA BUSQUEDA DE SU OTRO YO EN UNA CIUDAD DONDE TIENEN QUE PARTIR DE CERO, FUERA DEL APOYO Y LA COMODIDAD APARENTES DE SUS FAMILIAS. ZOE Y OTTO SON 2 PERSONAJES QUE REIVINDICAN SU PROPIA IDENTIDAD EN UN MUNDO EMPEÑADO EN NEGARSELA.

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Lugar: Asturias, Spain

Responsable de Comparte MiModa, "Le Petit Coquelicot" y Commonline. Diseñadora y creadora del evento de moda "The way we live" Emprendedora, proactiva, mama de dos niños. Socia del El Parto es Nuestro. Aficionada al padel, a la fotografía, a la reposteria, al Do it yourself, a la jardinería... Fan absoluta de la red porque entre otras millones de cosas me permite darle la merienda a mis hijos todos los días. Para contactar conmigo puedes hacerlo a través de compartemimoda@gmail.com

CAPITULO I: ZOE

CAPITULO II: OTTO

CAPITULO III: ZOE HA LLEGADO A LONDRES

CAPITULO IV: LA HABITACIÓN

CAPITULO V: UN JARRO DE AGUA FRIA

CAPITULO VI: BUROCRACIA

CAPITULO VII: FRIO NOVIEMBRE

CAPITULO IX: CLASES DE INGLÉS

CAPITULO X: PESADILLA ANTES DE NAVIDAD

NOTA DEL AUTOR

En Orden Cronológico