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EL DIA QUE VÍ A MADONNA: CAPITULO VII: FRIO NOVIEMBRE
EL DIA QUE VÍ A MADONNA
  CAPITULO VII: FRIO NOVIEMBRE

3 de Noviembre de 2001

Estoy sentada en el sofá de mi habitación, como música de fondo: Madonna, me reconforta empezar a descifrar sus canciones.
Ayer fue un día bastante mejor que el anterior, por suerte el mes de noviembre parece que se ha solucionado económicamente hablando.
El lunes comienzo a limpiar otras oficinas en "Angel", son dos horas, de seis a ocho de la mañana, luego me voy a Oxford Street y limpio el Young Hostel, de diez de la mañana a dos de la tarde, aunque creo que lograré salir a la una porque a las dos debería haber comido y estar en clase de inglés. A las cuatro y media de la tarde salgo de clase y me voy a coger el autobús camino de Stratford, donde limpio otras dos horas, de cinco y media a siete y media de la tarde y para casa.
Ya tengo ocho horas de trabajo, se supone que ganaré 155 libras a la semana, con lo que con mi sueldo está pagado el alquiler y me sobran unas 18 libras (o sea nada).
Finalmente el trabajo de "Kitchen Porter" de Otto no salió; esta semana hemos aprendido que cuando un inglés te dice:
-I call you this...(afternoon, Friday,...)-
Es como en España decir
-no me llames, ya te llamo yo- Vamos, les cuesta dar un NO a la cara.


3 de Noviembre de 2001

Son las tres y cuarto de la madrugada, aun no consigo dormir. Al principio una habitación de 25 m2 resulta amplia, con el tiempo vivir dos personas en este espacio ya no te parece tan maravilloso, no tienes escapatoria, te falta tu rincón solitario, ese lugar al que huyes para tener un ratito de soledad cuando no te apetece ver a nadie.
Ahora estoy escribiendo desde un pequeño escritorio antiguo que tiene esta habitación, en un tiempo pasado debió de ser un rincón solitario fantástico para alguna de las personas que vivieron en esta casa con Tatiana Peters.
Esta ex cantante de opera da la sensación de haberlo tenido todo, una familia, fama, fortuna, amor…, y no haber sabido gestionarlo muy bien, puede que por su fuerte carácter, o puede, que su fuerte carácter lo haya adquirido después de que todos la dejaran. Da la sensación de estar un poco loca, y en ocasiones hasta un poco de miedo; cuando voy al baño, veo la puerta de su habitación entreabierta, y solo se ve una luz anaranjada muy tenue y su sombra moviéndose de aquí para allá al ritmo de algún disco de ópera. Por un lado me encantaría conocerla, me gustaría que me invitase a un chocolate en la cocina y me contase su historia. Estoy seguro que estaría llena de excesos y de cambios, de sucesos increíbles, y, por supuesto de tragedias, algo que probablemente sea lo que la haya marcado y por lo que ahora parece una loca solitaria.
Algunas veces, suelen ser los domingos, se viste y se maquilla, como si esperase a alguien, parece que está nerviosa y esta mas agradable y habladora de lo normal (lo normal es que no pase de los buenos días). Zoe y yo nos asomamos a la ventana para ver quien puede ser, pero finalmente nunca llega nadie. El primer día nos reímos, ahora, casi nos ha contagiado y miramos con la esperanza de que aparezca alguien y le borre esa cara de tristeza y decepción que se lleva al finalizar el día.
El mundo se ve muy diferente a estas horas de la noche, me asomo a la ventana y veo todas las luces apagadas en las casas de enfrente, todas menos una en la que a través de las cortinas (en esta ciudad prácticamente no hay persianas) puedo ver dos sombras que aparentemente están discutiendo, ya que la sombra mas grande gesticula de manera brusca, la mas pequeña no hace mas que mover la cabeza y decir que no.
Debería dejar de mirar y centrarme en lo que estoy haciendo, pero no puedo, es la única luz encendida, y me ha atrapado en su campo magnético.
El le ha pegado, lo sé por que la sombra más pequeña se ha caído al suelo, y la más grande se ha ido haciendo gestos amenazantes. ¡Que horror!, ahora mismo una sombra pequeñita y con melena acaba de entrar en mi campo de visión y consuela a la que ha sufrido el golpe que se lleva las manos a la cara. La luz se apaga. Vuelvo a mi diario.
Las cuatro y media de la madrugada y mis ojos no quieren cerrarse, no estoy cansado, o sí, no lo sé. Zoe esta durmiendo, la tengo justo detrás de mí, en la cama. Hoy hemos discutido. Nos hemos echado en cara muchas cosas, de esas de las que te sueles arrepentir en cuanto te salen de la boca. Tengo esa sensación, como cuando escribes un e-mail muy enfadado a alguien y pones la mano en el botón de enviar, y luego vas a borrar, y a enviar y a borrar, y de repente te confundes y lo envías y ya no hay vuelta atrás, la has jodido.
Zoe necesita mucho mas que yo su rincón solitario, ella le da muchas vueltas a las situaciones, lo analiza todo, si hablamos mas o menos que antes, si nos miramos, si nos besamos… todo ello son factores que determinan la salud de nuestra relación y desde luego si por Zoe fuese en este momento nuestra relación debería de ir al hospital. De todas maneras en ese hospital lo único que nos dirían sería que es solo un virus y ya está, el virus de pasarnos un “puto” sábado metidos entre estas cuatro paredes que se encojen según van pasando las horas, el virus de no tener una “puta libra” para irnos a tomar unas cervezas y echarnos un cigarro mientras charlamos relajadamente, el de no tener un trabajo estable que nos permita planear lo que vamos a hacer las siguientes cuatro semanas. Es el “puto virus” de que ha pasado una semana más y no hemos conseguido nada serio y encima yo sigo sin terminar de concretar el “puto curro” de “chico para todo”, del cual ya he perdido todas las esperanzas.
En apariencia la vacuna del virus se llama ICS, compañía de limpieza, quien me iba a decir a mí, estudiante al que le quedan dos asignaturas para ser ingeniero, que iba a estar deseando impacientemente que sonase el teléfono para hacer una entrevista para limpiador. De todas formas el teléfono sonó y el martes pasado fui a esa entrevista.
Por lo que pude entender, la entrevista tendría lugar en el Edificio de “Morgan Stanley”, uno de los bancos mas famosos e influyentes de los EEUU, este edificio esta situado en una zona llamada “Canary Warf”, es la nueva zona financiera de Londres donde se concentran los edificios mas altos de la ciudad y que se compara con el “World Trade Centre” de Nueva York, que desgraciadamente se ha hecho famoso hace dos meses por los atentados de las torres gemelas. De hecho esa zona está en alerta máxima ante la posibilidad de que pueda suceder algo parecido allí.
Cuando llegué a la recepción del impresionante rascacielos me estaba esperando “Christine”, una mujer de unos cincuenta y algo años y que en principio parecía muy agradable, me dio la bienvenida y un pase de visitante para acceder al interior del edificio.
Por teléfono me habían dicho que debería llevar todos mis papeles, carné de identidad, el famoso “Nacional Insurance Number” y una prueba de dirección. Yo no tenia ni idea de que era eso de una prueba de dirección así que le dije a Miss Peters lo que necesitaba y ella después de hacerme como cien preguntas me escribió en un papel azul lo siguiente:
“Como propietaria de la vivienda situada en…..certifico que Otto vive aquí y me paga semanalmente un alquiler de 150 libras, firmado Miss Peters”
Así que cogí aquel papel superfeliz y me lo llevé a la entrevista, cuando lo saqué y se lo enseñe a Christine, me miró y me trató como si fuese un retrasado mental, no sabía si reírse, o que hacer, solo se que me dijo:
-I am afraid…-
Precisamente el lunes había estudiado lo que eso significaba. Cuando en Inglaterra se muere alguien el médico les dice a sus familiares:
-“I am afraid your wife is dead”-
Con lo cual en cuanto escuche el principio de esa frase ya me supuse lo peor, en Londres no sirvo ni para limpiar. Afortunadamente mi inglés ya comienza a permitirme usar mis dotes de persuasión y logré que Christine, me dejase veinticuatro horas para buscar la tan ansiada prueba de dirección. No una, sino dos pruebas necesitaba la muy….
La verdad es que encontrar trabajo en Londres se estaba convirtiendo en una especie de “Gymkhana”, parecía que estaba en un concurso de televisión sin saberlo, algo así como El Show de Truman, en el que ahora, el Ramón García de turno disfrazado de una inglesa cincuentona me decía:
-y ahora ¡a por la prueba de dirección!- y debería de sonar una música como la del circo cuando salen los payasos.
El caso es que para saber lo que era la puta prueba de dirección, me tuve que coger tres autobuses y dirigirme a la embajada y después de esperar una larga cola de mas de una hora, me dicen:
-¿una prueba de dirección?, lo que te están pidiendo solo son cartas que vayan dirigidas a ti, para que conste que vives en ese domicilio. -
Una hora y media para que me digan ¿que lo único que quiere Christine son unas putas cartas? ¿Y quien coño me iba a mandar a mí cartas si no le había dado la dirección a nadie? Y si diese hoy la dirección ¿como coño iba a conseguir tener las putas cartas en veinticuatro horas? Otra vez la musiquita del circo.
El tío de la embajada me dijo que podría tener cartas del banco, enviándome los extractos de mis movimientos bancarios. ¡Ja!, movimientos bancarios, Zoe y yo no teníamos ni una libra, no necesitábamos un banco para guardar nuestro dinero, nos bastaba con un monedero. Otra vez la musiquita.
Me fui al banco, saque de mi bolsillo una libra y le dije al cajero que quería ingresarla y que me diese el extracto del movimiento, que lo necesitaba ya y que no iba a esperar a que me lo enviasen por correo,
-quiero que me hagas una carta con el extracto, ¡ya!-
El cajero no sabia que hacer, habló con la directora de la sucursal, me miraron, les debí de dar la sensación de ser un pobre loco y en estos momentos de miedo terrorista, no esta el mundo como para ir haciéndose enemigos, así que me la hicieron. Tenía una carta, ¡chúpate esa Ramón García!.
Necesitaba otra, pero esta vez, los guionistas del Show no fueron tan capullos, y cuando llegué a casa, Miss Peters me dijo que me había llegado una carta hace unos días y que se le había olvidado dármela. La carta era de la librería donde había hecho una entrevista para empaquetador-desempaquetador diciéndome:
- I am afraid…-. ¡Prueba superada!
Al día siguiente se las llevé a Christine, convencido de que el lunes comenzaría a trabajar en mi adorado trabajo de limpiador, sobretodo cuando en lugar del “I am afraid”, soltó un:
-excellent- y me dijo que pasaba a la siguiente prueba.
Ya debo de estar al final de la Gymkhana, pensé yo.
Subimos a la planta sexta y nos metimos en un mini despacho, oscuro, en el que solo había una mesa y dos sillas, parecía que me iba a interrogar la Gestapo. Christine me hizo una serie de preguntas que traía en unas hojas e iba anotando todas mis respuestas y valorándolas del uno al diez, sin que yo pudiese ver esa valoración, más que para limpiar parecía que la entrevista era para formar parte de la CIA. Por un momento pensé que en realidad a mí nadie me había dicho que el trabajo era para limpiar, realmente eso lo deduje yo solito ya que la empresa era de limpieza, quizás me necesitasen en otro puesto de mas responsabilidad y por eso me estaban haciendo este interrogatorio.
Cuando finalizó la entrevista me llevó a otra sala, mas amplia, y pensé que iba a firmar el contrato allí mismo, pero no, me dijo:
- This was the first interview…- Me citó para el lunes siguiente a las diez de la mañana. Con lo cual aún no hay nada definitivo.
Por otra parte Francisco y Jimena, han conseguido que trabajemos este mes en el Albergue, sustituyendo a otra pareja de colombianos que suelen limpiar allí y que se han cogido unas vacaciones, al menos esto nos asegura un mes de trabajo y por lo tanto de dinero, no mucho pero bueno.
Francisco, está empeñado en que nos busquemos un sitio mas barato para vivir, ya que ellos viven con sus tíos, un par de colombianos paranoicos que viven en un barrio lleno de colombianos y que después de llevar en Londres casi veinte años aún no saben ni cinco palabras. El solo paga 50 libras al mes por la habitación, piensa que los ingleses nos estafan, que cobrarnos 150 libras por una habitación es excesivo y es para turistas o para tontos. No sé en que momento de alguno de los viajes que hemos hecho en autobús ha cogido la suficiente confianza como llamarme tonto, ya que turista no soy, pero bueno de momento yo no le he dicho ni una palabra, aunque lo que realmente pienso es que prefiero pagarle 150 libras a una inglesa y vivir en un barrio en el que puedo salir por la noche y lo mas peligroso que veo son los paparazzi en casa de Madonna o Liz Hurley a pagar 50 libras y estar en un barrio en el que los pasos de peatones están hechos con la coca que se les cae de los pantalones rotos a gran parte de los colombianos que viven allí.
De momento creo que no se tomaría muy bien mi respuesta con lo cual utilizaré mi diplomacia una semana mas.



17 de Noviembre de 2001


Creo y espero (y deseo) que lo peor ya halla pasado. Aún no he contado que tanto Otto como yo hemos empezado a trabajar de “Cleaners” en ICS, de hecho, ya hemos cumplido la primera semana, aunque hasta el lunes a las diez de la mañana no firmaré el contrato.
El choque en el espejo ha sido algo duro, el uniforme, los baños, los ejecutivos/as a mi alrededor.
Hace poco había visto en una película, no me acuerdo del título, que el uniforme de limpiador te hace invisible, como si tuviera poderes de superhéroe, te lo pones y desapareces. Salvo a penas tres o cuatro personas en las dos plantas que limpio, para el resto soy absolutamente transparente.
En realidad por una parte me hace gracia, me explico, cuando asistí a las entrevistas, fueron dos, no tenía muy claro como vestirme, siendo como era un trabajo de limpiadora, pero teniendo en cuenta la parafernalia del edificio, lo hice como si asistiese en España a una entrevista de administrativo, peinada, levemente maquillada, falda de piel negra a la altura de la espinilla ligeramente acampanada y suéter negro con un pequeño broche azul a modo de nota de color.
Ese día no me sentí excesivamente invisible, al contrario, los hombres me abrían las puertas y me cedían el paso en el descansillo y ascensor, muy caballerosos ellos, las chicas se comportaban también de modo educado, vamos, ni más ni menos que lo normal. Lo que hago yo y cualquiera comportándose de un modo educado en un lugar muy civilizado. ¡Ay de mí! El lunes, con el reluciente uniforme azul marino todo cambió, de verdad, y si alguien no me cree no tiene mas que hacer la prueba. Apenas dos o tres chicos he visto que me mirasen a la cara, las puertas… ¡JA! Ya nadie las sujeta, en el ascensor cuando me da por salir primero pensando que los hombres caballerosos y educados me cederán el paso, noto que hasta me miran mal y deben de pensar, ¡“cleaner” insolente!
He llegado a sentir que me repelen como si estuviese llena de gérmenes, ¡agg!, ¡Que chocamos, a ver si me contagia algo! Pero bueno, la realidad es que me ha costado una semana superarlo, ya me da igual que esos niñitos y niñitas solo me traten con educación cuando a las cinco menos cuarto de la tarde me cambio de ropa, el hábito hace al monje, totalmente vamos, no hay mas que ver a estos.
Mi consuelo es que como yo me quiero mucho se que lo único que nos separa además de algunas libras solo es el idioma, y en breve espacio de tiempo dejará de ser así.
Pero esta noche no quería hablar de esto, en realidad mi pretensión era contar la historia o nuestra amistad o relación comercial, o lo que sea, aún no lo tengo claro, de dos personas que en alguna página de las anteriores me refiero a ellos como “una pareja de colombianos muy simpáticos que conocimos en el albergue”. Pues bien, os presento a Francisco y Jimena, aunque estos solo son los nombres que figuran en sus pasaportes, sus verdaderos nombres son Daniele y Katimisele. Nuestra relación surgió a partir de Otto, según me explicó la semana pasada, fue mas por interés que por ninguna otra cosa; su razonamiento fue el siguiente: estábamos en Londres desorientados, sin trabajo, sin alojamiento, necesitábamos a alguien que nos orientara, entonces vio a Francisco (Danielle) hispano a todas luces y desplegó sus artes de muchacho extrovertido y afable. Francisco le puso a prueba, pues ya había tenido experiencias anteriores con otros españoles que le habían pedido consejo, pero que huyeron aterrorizados ante su propuesta de que un español de hecho y derecho tuviese como trabajo la humillante tarea de limpiar la muy sucia mierda inglesa.
-Jamás un europeo- decía, que risa como si la mayoría de los ingleses tuviesen conciencia de España por algo más la costa del sol y los San Fermines.
El caso es que aunque a nosotros nos hace tan poca gracia como a nuestros conciudadanos limpiar, porque vamos a ver, ¿a quién coño le gusta limpiar? ¡Digo yo! ya veníamos mentalizados, que con nuestro nivel de inglés podríamos fregar platos, limpiar oficinas, o hacer camas, que no se porque, este si es el trabajo preferido del resto de españolitos de bien que viven en Londres, y me resulta raro, porque a mi que ya me ha tocado esa preciosa ocupación, me parece mucho mas sucio hacer camas, teniendo que cambiar las sábanas donde otros han dormido, follado, vomitado y ¡vete a saber que mas! Además de tener un horario pésimo y estar peor pagados (4 libras/ hora frente a mis 5,20). No solo eso, sino que al estar todos juntitos lo tienen complicado para aprender ingles y me atrevería a decir que también se les está olvidando el español, porque cuando llaman a sus casas les dicen que están trabajando en la recepción del hotel cuando lo que en realidad querían decir es que están limpiando habitaciones. Por donde iba…. Ah si, que Francisco nos propuso limpiar una oficina en Strafford, dos horas 40 libras semanales cada uno, y como aceptamos lo dejamos descolocado. Esa fue la razón, al menos eso creo yo, de que nuestra relación avanzara, nos presentara a su novia Jimena, intercambiáramos nuestros números de teléfono y nos dijese que éramos los primeros españoles con los que se había tratado de iguales.
Aunque ellos ya han vivido mucho con lo jóvenes que son, no pude evitar pensar que hubiera sucedido si esto mismo hubiera pasado en España, y concluí que realmente era un chico bastante inocente.

Su historia: FRANCISCO

Veintidós años, moreno de pelo, levemente tostado de piel, 1.80 de estatura, setenta y pico kilos de peso. Su historia empieza en Colombia, donde trabajaba en un centro comercial, allí fue donde conoció a Jimena. Cuando la conoció, ya tenia decidido que iba a emigrar, no tengo claro si desde el principio pretendía venir a Londres. Se fue de Colombia con la promesa de mandar dinero para traérsela y con la de ella de que vendría con él.
A partir de aquí su historia pone de manifiesto la injusticia y el drama de pertenecer a un país de cuarta categoría en los que por alguna razón sus habitantes no son personas libres, como cualquier europeo o norteamericano, para comprarse un billete de avión al destino que elijan en el momento que les de le gana.
No, Daniele, no pudo hacer eso, Daniele tuvo que hacer un montón de “chanchullos”, pagar cantidades ingentes a una mafia, dormir dos días en las frías calles madrileñas mientras le conseguían su nueva identidad, un pasaporte donde al lado de su foto ponía que su nuevo nombre era Francisco Suárez Mateo, madrileño, el cual sí podía viajar a Londres cuando le apeteciese.
Daniele salió de Madrid con dos identidades y tras un susto en la aduana (los policías le revisaron todo el equipaje e hicieron algunas preguntas) llegó a Londres convertido en Francisco.
Encontrar trabajo y alojamiento le resultó muy fácil, ya que sus tíos, que habían contribuido para que viniera, se lo tenían todo preparado. Durante los primeros seis meses trabajó dieciocho horas diarias para pagar todas las deudas que había dejado en Colombia y traerse a Katimisele.
A Daniele, robar en Colombia le parece absolutamente normal, siempre nos lo describe como un país en el que nunca caminas mirando al frente, porque si haces eso no te quedan vivos ni los pantalones. Nos lo muestra como un bonito país de políticos corruptos que impiden a sus ciudadanos alimentarse física e intelectualmente. Por lo visto, los índices de paro son altísimos y hasta la enseñanza básica cuesta mucho dinero. En la actualidad Daniele manda dinero a sus padres para el alquiler de su casa y para pagar el colegio de su hermana (de esto último se siente especialmente orgulloso). Colombia es para él un país de gente sin posibilidades que roba para comer con la desesperación que tal necesidad conlleva. Por eso a Francisco robar en Colombia le parece normal y necesario.


JIMENA:

De la historia de Jimena conozco menos, sé que su nombre auténtico es Katimisele, tiene problemas auditivos (solo oye un cuarenta por ciento), sobrepeso (mide alrededor de metro setenta y su peso no me atrevo a adivinarlo, pero le sobran por lo menos veinte kilos).
Es una chica joven demasiado vieja, demasiado marcada por su madre, ingenua, piensa que su madre tiene poderes, pongo un ejemplo: A sus padres en lugar de cartas les envían cintas de casetes grabadas. Un día nos pregunto a Otto y a mí si nos importaba hacer una grabación, nosotros en principio estábamos encantados, ya que supusimos que era en tono festivo, pero no, nos hizo una entrevista de lo más profesional. Nos pedía nombre, apellidos, estudios, trabajos anteriores, la razón por la que habíamos venido a Londres y lo que pensábamos de ellos, así, en frió, ¡una auténtica ficha policial! Al terminar le dijo a su madre:
-bueno mami, ahora me despido, ya me contarás que te parecen…-
No se quedó ahí la cosa, que la mami, le debió de decir que solo con la voz no lo tenía claro y nos llamaron un día para hacernos unas fotos. Así que como queríamos agradecerles su ayuda les invitamos a cenar y al final nos hicimos un reportaje fotográfico. A Otto y a mi nos daba lo mismo, si ellos eran felices así, no íbamos a ser nosotros los aguafiestas.
Jimena llegó a Londres con la idea de estudiar y desde que llegó no hizo otra cosa que trabajar, según ella, lee mucho, tiene muchas ganas de aprender, pero es muy insegura, cuando no entiende bien algo, siempre concluye diciendo:
-eso es una ridiculez- o -es patético-
Patético, es su palabra mágica, a mi me irrita bastante, la utiliza siempre que no entiende alguna cosa.
Para ser sincera yo los admiro, sus vidas son realmente duras, sin la posibilidad de cumplir sus sueños a pesar de sus pocos años, obligados a actuar como delincuentes, tanta responsabilidad a sus espaldas enviándoles dinero a sus familias y teniendo la certeza de que sus familias lo necesitan para sobrevivir.
Demasiada responsabilidad, demasiada poca libertad, demasiada poca tranquilidad.
Por otra parte chocamos totalmente, porque en realidad pertenecen a dos generaciones anteriores, es como haber conocido a mis abuelos de jóvenes. Su música, Diango, Paloma San Basilio, Julio Iglesias, en lugar de Alejandro Sanz, Sabina, Doors, Calamaro,.. Creo que con este ejemplo se entiende lo que quiero decir, solo les faltó decirme Lola Flores y Carmen Sevilla para tener los mismos gustos que mi abuelo.
Otra cosa que me llama mucho la atención (puede que sea una bobada superficial) es que llevan 3 años en Londres, según sus pasaportes son españoles, y sin embargo su apariencia no es nada europea. Me refiero a que yo después de un mes, aunque no me pueda comprar nada, sé la ropa que esta de moda, me he fijado en la peluquería y la manicura de las chicas, he visto los estilismos londinenses en las revistas gratuitas, en la tele, e idéntica cosa le ha pasado a Otto. Sin embargo, ellos, teniendo dinero, trabajan ocho horas y solo pagan 50 libras por la habitación, no parecen tener ni idea. Se compran ropa, sí, aunque no sé donde la consiguen. Jimena dice que nunca usará loción, (eso debe de ser cremas, maquillajes, perfume) estoy convencida de que lo dice por que lo ha leído en algún sitio porque sino no me lo explico, desde luego un buen perfume y un buen desodorante no le sobrarían; y su pelo, ¡horror!, se lo coge en una coleta todo estirado a la nuca y listo. La última vez que se lo corto hace un año se lo hizo Francisco. Su comida no tiene nada que ver con la dieta mediterránea, todo grasas, con decir que ellos sostienen que ¡no les gusta el marisco! En mi opinión nunca lo han probado ya que serian las primeras personas que conozco que preferirían una pizza grasienta a una parrillada de marisco.
No sé, cada uno es como es, solo que a mi me extraña que no quieran integrarse, modernizarse, pasar desapercibidos.
Esta semana hemos dejado el trabajo de Stratford. El último día debían de pagarnos toda la semana, como siempre, pero vino Sean (el encargado) y le dijo a Otto que nos pagaría el lunes, con lo cual nos pillamos un cabreo considerable y dejamos una planta de la oficina sin limpiar, lógico ¿no?, le dijimos:
-si no hay dinero no hay trabajo-
Sean, debió de llamar a Francisco para contárselo, porque parecía muy mosqueado y ya no volvió a decir nada sobre quedar, no se si seria por eso, o porque la “mami” de Jimena les dijo que no éramos buena gente. Cosa a todas luces equivocada ya que lo único que queremos es que no nos agobien.
Esta es para mi en resumen, la historia de Francisco y Jimena, o para sus padres Daniele y Katimisele.



25 de Noviembre de 2001


Desde el día tres no me he sentado a escribir, ¡con todo lo que me ha pasado! No sé ni por donde empezar.
Comenzaré por decir que conseguí pasar esa prueba que tenia por ahí pendiente, y ahora estoy trabajando en ICS. Lo de la prueba no merece mucho la pena mencionarlo, el caso es que me hicieron una serie de entupidas e infantiles preguntas, del tipo.
-si usas un paño en la cocina, ¿Puedes usar el mismo para el baño?- ó -tenemos un cubo con agua limpia y otro con agua sucia, ¿Cuál cogerías para limpiar?-
Fíjate tú que aunque no había estudiado lo suficiente, me dieron un “cum laude” en limpieza. Al día siguiente me llamaron para firmar el contrato y recoger el odioso uniforme que consistía en una camisa de cuadros azul de manga corta, pantalones azul oscuro y corbata negra, por favor que horror ¿a quien se le ocurre poner una corbata para limpiar? Y ya que la ponen ¿Cómo se les ocurre poner una corbata negra con un pantalón azul oscuro?
Mi trabajo era… limpiar baños, es decir limpiar la “English Shit”, para lo cual recibí unas entupidas clases prácticas. Imagina un tío bien vestido, con traje, corbata y creo que hasta gemelos, que me pide que le acompañe, supuse que sería el Director General del departamento de limpieza, pues bien, me lleva a los baños de caballeros, quita su chaqueta delicadamente, se remanga y … coge la escobilla y el “lemon gel” (algo así como el pato WC), y entonces comienza a limpiar el retrete en sentido de las agujas del reloj y me va diciendo: -¿ves?, así sí-, y luego hacia alguna cosa mal y me decía:
-¿ves?, así no, ¿Lo entiendes?-
Pues sí lo entiendo cara mono, que no hable inglés no significa que sea gilipollas. Cuando lo vi allí de rodillas metiendo casi la cabeza en el retrete con su trajecito y limpiando con tanta delicadeza, lo único que pensaba era en bajar la tapa y tirar de la cadena, ¡ala al mar por gilipollas!
A pesar de todo yo estaba superfeliz, un trabajo prácticamente fijo, de 8 horas seguidas, en un sitio calentito y cobrando cada quince días nos aseguraba un problema menos.
El primer día conocí a Yliana, ella es una chica de veintiocho años (aparenta treinta y cinco), colombiana (para variar), muy fea, y que en un principio me enseño las artes del escaqueo en el curro, es decir como tenerlo todo limpio sin dar golpe, algo que me iba a servir de mucho en días venideros. Yliana me contó que vino de Colombia después de su marido Bernabé Valencia, al que a su vez había traído el hermano de este, Juan. Al cual no tardé en conocer. Juan tiene treinta y dos años y un “pelaito” de doce, está casado y en un principio me pareció buen tío, principalmente porque sabia inglés y con el podría aprender algo en este submundo de hispanohablantes. Hablaba con él de España y me escuchaba atentamente, luego él me contaba todos sus planes, quería estudiar, irse a España, y todas esas patrañas que cuenta la gente que esta limpiando y sueñan con que otra vida les caiga del cielo mientras ellos la esperan cómodamente.
Está claro que poco a poco (uno o dos días) Yliana y Juan fueron cayendo en un estado de pesadez para mí.
El mismo día de comenzar fui a hablar con Paul (uno de “mis managers”, palabra que odio), para ver si había la posibilidad de que Zoe también pudiese currar aquí ya que había llevado el currículum. Eso fue lo que ocurrió al lunes siguiente después de pasar mis mismas dos pruebas.
La llegada de Zoe al trabajo supuso que yo (que llevaba tres días) pasara a ocupar la recepción, algo que en principio parecía peor porque me iba a imposibilitar escaquearme al estar mas expuesto, no obstante a medida que lo voy conociendo me parece muchísimo mejor, Zoe a su vez limpia los pisos ocho y nueve y tiene como compañero de planta a Edson, un chico Angoleño de veinticinco años, con el cual yo he hablado de fútbol alguna vez.
El caso es que Zoe los primeros días tuvo la misma sensación que experimente yo, la de trabajar “al otro lado”, me explico…
Yo limpio oficinas en las que trabaja gente joven e incluso muy joven y cuando entras allí te da la sensación de que eres como ellos, que podrías ir y preguntarles:
-¿que tal el fin de semana?- como si fuesen tus compañeros de trabajo. Entonces estas en el baño, ellos entran, ni te saludan y se ponen a cagar mientras tu estas limpiando con el puto “lemon gel” y escuchando sus ventosidades, entonces te miras en el espejo y te sientes como una MIERDA humana, con una MIERDA de traje que dice LIMPIADOR. Sale el tío, se lava las manos, tira la toalla de papel en el suelo y dice:
-“sorry”- y tú (o sea yo), la recoges mientras él sale por la puerta dejando tras de si un olor espantoso que a ti te toca soportar. Eso al principio es muy jodido, puedes pensar ¿que coño hago yo aquí? unas trescientas veces al día y como no te controles te puede dar un ataque de nervios y llamarte gilipollas por cambiar el lado del trabajo al mismo tiempo que el país que entiendes y conoces.
Esta sensación te dura el tiempo que tardas en descubrir que tú eres un analfabeto (no sabes leer, ni hablar, ni escribir) y que cuando dejes de serlo va a limpiar baños su Puta Madre.
Yo tarde tres o cuatro días en darme cuenta, y a Zoe debió pasarle algo parecido porque este fin de semana, mientras echaba su uniforme en la lavadora, le encontré una nota que ponía lo siguiente:

12/11/01

Odio a mis padres por no ser ricos, los odio en serio, por no haber sido capaces de tener el dinero suficiente como para educar a sus hijas como pretendían, o como el mundo les pide que estén educadas, en realidad, siento el mas profundo odio por haberme inculcado ese quiero y no puedo que hace que los baños de esta oficina se inunden de mis tremendos lagrimones de niña consentida, que no soporta mirarse al espejo con este elegante uniforme de fregona. Odio a Otto, por arrastrarme con él a esta vida de mierda, y nunca mejor dicho, y en realidad, odio al mundo entero y a mi por entupida, por cretina, creída, descerebrada e imbécil, con esos aires y esas pretensiones de querer llegar aún no se a donde, que me llena de mierda el alma, las manos, la piel entera de mi cuerpo, es pura mierda. Siento deseos de morirme, estoy absolutamente desconcertada. ¿De donde coño habré sacado yo estas pretensiones de niña rica si nunca he tenido donde caerme muerta? Estoy cansada, no sé si aprender ingles merece tanta angustia y tanta mierda, mierda, mierda y mas mierda, inglesa eso sí, pero mierda.

Aún no le he dicho que la encontré, y tampoco le he dado mayor importancia, me parece una reacción normal teniendo en cuenta su carácter. Al fin y al cabo cuando analizamos juntos la situación nos damos cuenta que gracias a este trabajo, entre los dos sueldos, podemos dejar esta habitación cada vez mas pequeña y buscarnos un apartamento, pagar la comida, el metro y apuntarnos a unas buenas clases de inglés para dejar de ser analfabetos lo mas rápidamente posible. Una vez piensas en frío todo eso, también te da por limpiar menos y te das cuenta que la mierda ya se la limpian entre ellos, que lo único que debes hacer es supervisar que esté todo limpio y tengan papel y toallitas. A partir de ahí a aburrirte y a cobrar, que una cosa es ser analfabeto y otra bien distinta subnormal.
La verdad es que en este trabajo hay básicamente dos tipos de personas: africanos y sudamericanos. De los sudamericanos ya he hablado, Yliana, Juán y Bernabé, el cual merece el solito un capitulo aparte.
Con los africanos me doy mi clase de inglés (por llamarlo de alguna manera) diaria, en su hora de comer me siento con ellos y comienzo a escucharles con ese inglés de tribu de tarzán y poco a poco les voy entendiendo cada vez mas.
Del trabajo ya no merece la pena comentar mucho mas, es como todos los trabajos, cada uno ha de buscarse la manera de pasar ocho horas de la mejor forma posible, ya que lo único que interesa es cobrar cada quince días.
En este momento mi principal objetivo es hacerme amigo de los colombianos, ellos aquí tienen muchos contactos y yo no pienso estar limpiando mucho tiempo.
Hoy hemos ido a hacer la prueba de inglés a la academia a la que nos hemos apuntado para dejar de ser “analfabetos”, se llama “Callan School” y es una de las mejores de Londres (eso dicen), con las ganas que tengo de saber inglés y dejar de ser un limpiador, cualquier academia que me permita hablar dos horas en inglés y olvidarme de las ocho anteriores sería buena.



 
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EL DÍA QUE VÍ A MADONNA, ES EL DIARÍO DE DOS JÓVENES INCONFORMISTAS, CANSADOS DE UNA VIDA DONDE YA TODO PARECÍA ESTAR ESCRITO. ES LA BUSQUEDA DE SU OTRO YO EN UNA CIUDAD DONDE TIENEN QUE PARTIR DE CERO, FUERA DEL APOYO Y LA COMODIDAD APARENTES DE SUS FAMILIAS. ZOE Y OTTO SON 2 PERSONAJES QUE REIVINDICAN SU PROPIA IDENTIDAD EN UN MUNDO EMPEÑADO EN NEGARSELA.

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Lugar: Asturias, Spain

Responsable de Comparte MiModa, "Le Petit Coquelicot" y Commonline. Diseñadora y creadora del evento de moda "The way we live" Emprendedora, proactiva, mama de dos niños. Socia del El Parto es Nuestro. Aficionada al padel, a la fotografía, a la reposteria, al Do it yourself, a la jardinería... Fan absoluta de la red porque entre otras millones de cosas me permite darle la merienda a mis hijos todos los días. Para contactar conmigo puedes hacerlo a través de compartemimoda@gmail.com

CAPITULO I: ZOE

CAPITULO II: OTTO

CAPITULO III: ZOE HA LLEGADO A LONDRES

CAPITULO IV: LA HABITACIÓN

CAPITULO V: UN JARRO DE AGUA FRIA

CAPITULO VI: BUROCRACIA

CAPITULO VII: FRIO NOVIEMBRE

CAPITULO IX: CLASES DE INGLÉS

CAPITULO X: PESADILLA ANTES DE NAVIDAD

NOTA DEL AUTOR

En Orden Cronológico