17 de Noviembre de 2001
Creo y espero (y deseo) que lo peor ya halla pasado. Aún no he contado que tanto Otto como yo hemos empezado a trabajar de “Cleaners” en ICS, de hecho, ya hemos cumplido la primera semana, aunque hasta el lunes a las diez de la mañana no firmaré el contrato.
El choque en el espejo ha sido algo duro, el uniforme, los baños, los ejecutivos/as a mi alrededor.
Hace poco había visto en una película, no me acuerdo del título, que el uniforme de limpiador te hace invisible, como si tuviera poderes de superhéroe, te lo pones y desapareces. Salvo a penas tres o cuatro personas en las dos plantas que limpio, para el resto soy absolutamente transparente.
En realidad por una parte me hace gracia, me explico, cuando asistí a las entrevistas, fueron dos, no tenía muy claro como vestirme, siendo como era un trabajo de limpiadora, pero teniendo en cuenta la parafernalia del edificio, lo hice como si asistiese en España a una entrevista de administrativo, peinada, levemente maquillada, falda de piel negra a la altura de la espinilla ligeramente acampanada y suéter negro con un pequeño broche azul a modo de nota de color.
Ese día no me sentí excesivamente invisible, al contrario, los hombres me abrían las puertas y me cedían el paso en el descansillo y ascensor, muy caballerosos ellos, las chicas se comportaban también de modo educado, vamos, ni más ni menos que lo normal. Lo que hago yo y cualquiera comportándose de un modo educado en un lugar muy civilizado. ¡Ay de mí! El lunes, con el reluciente uniforme azul marino todo cambió, de verdad, y si alguien no me cree no tiene mas que hacer la prueba. Apenas dos o tres chicos he visto que me mirasen a la cara, las puertas… ¡JA! Ya nadie las sujeta, en el ascensor cuando me da por salir primero pensando que los hombres caballerosos y educados me cederán el paso, noto que hasta me miran mal y deben de pensar, ¡“cleaner” insolente!
He llegado a sentir que me repelen como si estuviese llena de gérmenes, ¡agg!, ¡Que chocamos, a ver si me contagia algo! Pero bueno, la realidad es que me ha costado una semana superarlo, ya me da igual que esos niñitos y niñitas solo me traten con educación cuando a las cinco menos cuarto de la tarde me cambio de ropa, el hábito hace al monje, totalmente vamos, no hay mas que ver a estos.
Mi consuelo es que como yo me quiero mucho se que lo único que nos separa además de algunas libras solo es el idioma, y en breve espacio de tiempo dejará de ser así.
Pero esta noche no quería hablar de esto, en realidad mi pretensión era contar la historia o nuestra amistad o relación comercial, o lo que sea, aún no lo tengo claro, de dos personas que en alguna página de las anteriores me refiero a ellos como “una pareja de colombianos muy simpáticos que conocimos en el albergue”. Pues bien, os presento a Francisco y Jimena, aunque estos solo son los nombres que figuran en sus pasaportes, sus verdaderos nombres son Daniele y Katimisele. Nuestra relación surgió a partir de Otto, según me explicó la semana pasada, fue mas por interés que por ninguna otra cosa; su razonamiento fue el siguiente: estábamos en Londres desorientados, sin trabajo, sin alojamiento, necesitábamos a alguien que nos orientara, entonces vio a Francisco (Danielle) hispano a todas luces y desplegó sus artes de muchacho extrovertido y afable. Francisco le puso a prueba, pues ya había tenido experiencias anteriores con otros españoles que le habían pedido consejo, pero que huyeron aterrorizados ante su propuesta de que un español de hecho y derecho tuviese como trabajo la humillante tarea de limpiar la muy sucia mierda inglesa.
-Jamás un europeo- decía, que risa como si la mayoría de los ingleses tuviesen conciencia de España por algo más la costa del sol y los San Fermines.
El caso es que aunque a nosotros nos hace tan poca gracia como a nuestros conciudadanos limpiar, porque vamos a ver, ¿a quién coño le gusta limpiar? ¡Digo yo! ya veníamos mentalizados, que con nuestro nivel de inglés podríamos fregar platos, limpiar oficinas, o hacer camas, que no se porque, este si es el trabajo preferido del resto de españolitos de bien que viven en Londres, y me resulta raro, porque a mi que ya me ha tocado esa preciosa ocupación, me parece mucho mas sucio hacer camas, teniendo que cambiar las sábanas donde otros han dormido, follado, vomitado y ¡vete a saber que mas! Además de tener un horario pésimo y estar peor pagados (4 libras/ hora frente a mis 5,20). No solo eso, sino que al estar todos juntitos lo tienen complicado para aprender ingles y me atrevería a decir que también se les está olvidando el español, porque cuando llaman a sus casas les dicen que están trabajando en la recepción del hotel cuando lo que en realidad querían decir es que están limpiando habitaciones. Por donde iba…. Ah si, que Francisco nos propuso limpiar una oficina en Strafford, dos horas 40 libras semanales cada uno, y como aceptamos lo dejamos descolocado. Esa fue la razón, al menos eso creo yo, de que nuestra relación avanzara, nos presentara a su novia Jimena, intercambiáramos nuestros números de teléfono y nos dijese que éramos los primeros españoles con los que se había tratado de iguales.
Aunque ellos ya han vivido mucho con lo jóvenes que son, no pude evitar pensar que hubiera sucedido si esto mismo hubiera pasado en España, y concluí que realmente era un chico bastante inocente.
Su historia: FRANCISCO
Veintidós años, moreno de pelo, levemente tostado de piel, 1.80 de estatura, setenta y pico kilos de peso. Su historia empieza en Colombia, donde trabajaba en un centro comercial, allí fue donde conoció a Jimena. Cuando la conoció, ya tenia decidido que iba a emigrar, no tengo claro si desde el principio pretendía venir a Londres. Se fue de Colombia con la promesa de mandar dinero para traérsela y con la de ella de que vendría con él.
A partir de aquí su historia pone de manifiesto la injusticia y el drama de pertenecer a un país de cuarta categoría en los que por alguna razón sus habitantes no son personas libres, como cualquier europeo o norteamericano, para comprarse un billete de avión al destino que elijan en el momento que les de le gana.
No, Daniele, no pudo hacer eso, Daniele tuvo que hacer un montón de “chanchullos”, pagar cantidades ingentes a una mafia, dormir dos días en las frías calles madrileñas mientras le conseguían su nueva identidad, un pasaporte donde al lado de su foto ponía que su nuevo nombre era Francisco Suárez Mateo, madrileño, el cual sí podía viajar a Londres cuando le apeteciese.
Daniele salió de Madrid con dos identidades y tras un susto en la aduana (los policías le revisaron todo el equipaje e hicieron algunas preguntas) llegó a Londres convertido en Francisco.
Encontrar trabajo y alojamiento le resultó muy fácil, ya que sus tíos, que habían contribuido para que viniera, se lo tenían todo preparado. Durante los primeros seis meses trabajó dieciocho horas diarias para pagar todas las deudas que había dejado en Colombia y traerse a Katimisele.
A Daniele, robar en Colombia le parece absolutamente normal, siempre nos lo describe como un país en el que nunca caminas mirando al frente, porque si haces eso no te quedan vivos ni los pantalones. Nos lo muestra como un bonito país de políticos corruptos que impiden a sus ciudadanos alimentarse física e intelectualmente. Por lo visto, los índices de paro son altísimos y hasta la enseñanza básica cuesta mucho dinero. En la actualidad Daniele manda dinero a sus padres para el alquiler de su casa y para pagar el colegio de su hermana (de esto último se siente especialmente orgulloso). Colombia es para él un país de gente sin posibilidades que roba para comer con la desesperación que tal necesidad conlleva. Por eso a Francisco robar en Colombia le parece normal y necesario.
JIMENA:
De la historia de Jimena conozco menos, sé que su nombre auténtico es Katimisele, tiene problemas auditivos (solo oye un cuarenta por ciento), sobrepeso (mide alrededor de metro setenta y su peso no me atrevo a adivinarlo, pero le sobran por lo menos veinte kilos).
Es una chica joven demasiado vieja, demasiado marcada por su madre, ingenua, piensa que su madre tiene poderes, pongo un ejemplo: A sus padres en lugar de cartas les envían cintas de casetes grabadas. Un día nos pregunto a Otto y a mí si nos importaba hacer una grabación, nosotros en principio estábamos encantados, ya que supusimos que era en tono festivo, pero no, nos hizo una entrevista de lo más profesional. Nos pedía nombre, apellidos, estudios, trabajos anteriores, la razón por la que habíamos venido a Londres y lo que pensábamos de ellos, así, en frió, ¡una auténtica ficha policial! Al terminar le dijo a su madre:
-bueno mami, ahora me despido, ya me contarás que te parecen…-
No se quedó ahí la cosa, que la mami, le debió de decir que solo con la voz no lo tenía claro y nos llamaron un día para hacernos unas fotos. Así que como queríamos agradecerles su ayuda les invitamos a cenar y al final nos hicimos un reportaje fotográfico. A Otto y a mi nos daba lo mismo, si ellos eran felices así, no íbamos a ser nosotros los aguafiestas.
Jimena llegó a Londres con la idea de estudiar y desde que llegó no hizo otra cosa que trabajar, según ella, lee mucho, tiene muchas ganas de aprender, pero es muy insegura, cuando no entiende bien algo, siempre concluye diciendo:
-eso es una ridiculez- o -es patético-
Patético, es su palabra mágica, a mi me irrita bastante, la utiliza siempre que no entiende alguna cosa.
Para ser sincera yo los admiro, sus vidas son realmente duras, sin la posibilidad de cumplir sus sueños a pesar de sus pocos años, obligados a actuar como delincuentes, tanta responsabilidad a sus espaldas enviándoles dinero a sus familias y teniendo la certeza de que sus familias lo necesitan para sobrevivir.
Demasiada responsabilidad, demasiada poca libertad, demasiada poca tranquilidad.
Por otra parte chocamos totalmente, porque en realidad pertenecen a dos generaciones anteriores, es como haber conocido a mis abuelos de jóvenes. Su música, Diango, Paloma San Basilio, Julio Iglesias, en lugar de Alejandro Sanz, Sabina, Doors, Calamaro,.. Creo que con este ejemplo se entiende lo que quiero decir, solo les faltó decirme Lola Flores y Carmen Sevilla para tener los mismos gustos que mi abuelo.
Otra cosa que me llama mucho la atención (puede que sea una bobada superficial) es que llevan 3 años en Londres, según sus pasaportes son españoles, y sin embargo su apariencia no es nada europea. Me refiero a que yo después de un mes, aunque no me pueda comprar nada, sé la ropa que esta de moda, me he fijado en la peluquería y la manicura de las chicas, he visto los estilismos londinenses en las revistas gratuitas, en la tele, e idéntica cosa le ha pasado a Otto. Sin embargo, ellos, teniendo dinero, trabajan ocho horas y solo pagan 50 libras por la habitación, no parecen tener ni idea. Se compran ropa, sí, aunque no sé donde la consiguen. Jimena dice que nunca usará loción, (eso debe de ser cremas, maquillajes, perfume) estoy convencida de que lo dice por que lo ha leído en algún sitio porque sino no me lo explico, desde luego un buen perfume y un buen desodorante no le sobrarían; y su pelo, ¡horror!, se lo coge en una coleta todo estirado a la nuca y listo. La última vez que se lo corto hace un año se lo hizo Francisco. Su comida no tiene nada que ver con la dieta mediterránea, todo grasas, con decir que ellos sostienen que ¡no les gusta el marisco! En mi opinión nunca lo han probado ya que serian las primeras personas que conozco que preferirían una pizza grasienta a una parrillada de marisco.
No sé, cada uno es como es, solo que a mi me extraña que no quieran integrarse, modernizarse, pasar desapercibidos.
Esta semana hemos dejado el trabajo de Stratford. El último día debían de pagarnos toda la semana, como siempre, pero vino Sean (el encargado) y le dijo a Otto que nos pagaría el lunes, con lo cual nos pillamos un cabreo considerable y dejamos una planta de la oficina sin limpiar, lógico ¿no?, le dijimos:
-si no hay dinero no hay trabajo-
Sean, debió de llamar a Francisco para contárselo, porque parecía muy mosqueado y ya no volvió a decir nada sobre quedar, no se si seria por eso, o porque la “mami” de Jimena les dijo que no éramos buena gente. Cosa a todas luces equivocada ya que lo único que queremos es que no nos agobien.
Esta es para mi en resumen, la historia de Francisco y Jimena, o para sus padres Daniele y Katimisele.